Me puse una blusa roja que combinaba perfectamente con mi jeans negro y mis zapatillas de lona... había pensado que debía lucir algo formal, pero también un poco más cercana a lo que ellos, mis entrevistados, eran, por eso mi extraña combinación de ropa. Llovía como nunca en Nueva York, sin embargo eso no me desalentó y apenas salí del edificio, tomé un taxi que me llevaría hacia el backstage de un concierto que se daría en la ciudad durante la noche.
Todo el mundo corría de aquí para allá cargando guitarras, amplificadores, micrófonos y puras cosas así... era un verdadero caos estar allí dentro... busqué con la mirada a los chicos que iba a entrevistar, pero no los encontré.
-Hola-, le dije a una chica muy delgada que iba pasando con unos cables. –Los chicos de...
-¿Vienes a entrevistarlos?-, preguntó, sin darme la posibilidad de terminar mi oración, intentando jalar hacia su cuerpo los cables que un hombre había pasado a llevar con una guitarra.
-Si-, respondí, sonriendo más calmada, ya que ellos por lo menos sabían de mi presencia en el lugar.
-Menos mal que viniste, porque nosotros aún no terminamos de instalar el equipo de sonido, así que pasa y trabaja tranquila-, dijo, sonriéndome también. Luego se fue y me dejó sola en medio del caos que ellos mismos tenían para instalar el equipo. No sabía que hacer, no tenía para donde ir, solo continuaba de pie, impidiendo el paso de los que circulaban por ahí.
-¿Tu vienes de la revista?-, me preguntó un tipo alto y delgado que venía en unos jeans iguales a los míos.
-Si-, le dije antes de que él me jalara el brazo y me llevara a un compartimiento a la izquierda de donde yo estaba plantada en ese instante. –Oye!!!-, exclamé cuando me soltó. Él me sonrió y se sacó las gafas oscuras, dejando al descubierto un pálido rostro, del que resaltaban sus cálidos ojos... tenía cierto toque angelical... era muy atractivo el tipo.
-Disculpas por sacarte así, pero es que ellos te iban a matar si es que le seguías estorbando-, se excusó, pero yo estaba seria, viéndolo solamente, esperando que por lo menos se identificara. –Me llamo Gerard, soy el vocalista de My Chemical Romance-, dijo después de notar de que yo no lo reconocía. Me sonrojé levemente, porque había hecho el ridículo delante de mi entrevistado.
-Disculpa-, musité, bajando la mirada hacia el suelo. –No te reconocí-, añadí, tratando de arreglar el asunto.
-No te preocupes, habría sido yo el que se sonroje si es que hubieras sabido quien era-, me contestó, sonriendo con simpatía. Reí suavemente, nerviosa. Él me invitó a seguirlo hacia donde estaban los demás chicos. Entré a su bus de gira un poco tímida, pero al darme cuenta de que aquellos chicos eran tan normales como yo, que dormían y se despertaban hechos un desastre, me liberé y saqué a relucir mi personalidad.
-Hola-, le dije a Bob y Mikey que estaba sentados en la mesa, ambos con sus teléfonos celulares.
-Hola-, me respondieron de vuelta, guardando sus móviles en sus respectivos bolsillos. Ray apareció desde afuera y me saludó muy cálidamente, para luego sentarse al lado de los demás.
-¿Nadie le dijo a Frank que debía levantarse temprano?-, preguntó Gerard, el vocalista, sacando una taza del mueble que colgaba sobre el lavaplatos. –Discúlpanos, te prometo que apenas logremos sacar a Frank de la cama vamos a empezar con la entrevista-, dijo él, dirigiéndose a mi, que estaba muy entretenida viendo como ellos se ponían de pie para ir a levantar a su otro compañero.
-No se preocupen-, respondí con una traviesa sonrisa.
Vi como ellos atravesaban la puerta que marcaba el límite entre lo que se podía ver y lo que no... sentí unos fuerte ruidos, creo que lo habían tirado de la cama... yo estaba ahí, riéndome mientras esperaba que volvieran.... Un soñoliento chico, bastante bajo en comparación con los demás, atravesó la puerta por la que los otros se habían alejado de mi y me saludó con un hilo de voz mientras se pasaba la mano por sobre los ojos.
Después de algún tiempo comencé a hacerles las preguntas... realmente eran cinco tipos muy agradables, lo que me dio mucha seguridad... no pude evitar plantar mis ojos sobre Gerard, al hacerle una pregunta a cerca de su pasado... él contestó con cierta angustia y su mirada cálida, con la que me había recibido, se había tornado tormentosa y llena de dudas e inseguridades, como temiendo que yo lo fuera a juzgar por las cosas que había hecho... era otro Gee, como lo apodaban sus cercanos, el que me estaba hablando.
Me concentré en preguntas totalmente musicales, a cerca de su buen momento, sus giras, fans, etc, nada complicado para ellos, sin embargo, muy valioso para mi. Descubrí al guapo vocalista mirándome y me puse nerviosa, llegando a tartamudear más de una vez.
-¿Les puedo sacar unas fotos?-, les pregunté cuando terminé de entrevistarlos.
-¿Así que la linda periodista también es fotógrafa?-, preguntó Frank, sonriendo ampliamente. Me ruboricé al instante y bajé la mirada. Ray lo miró con desaprobación y luego me habló.
-Claro que si. Podemos aprovechar que paró de llover y las sacamos afuera-, dijo el guitarrista principal de la banda.
Salimos y en verdad que la lluvia que había cuando salí de mi casa ya había pasado y ahora un radiante sol se posesionaba del cielo. Los chicos comenzaron a posar muy graciosamente, en juego, esperando que yo les dijera cuando empezar, pero esas poses tan graciosas me parecieron increíbles y las quise fotografiar también, aunque sabía que en la revista no me las iban a aceptar... Algún tiempo después de los juegos, ellos se pusieron serios y empezaron a posar más formalmente...
-Muchas gracias-, les dije, preparándome para irme y volver a mi trabajo.
-De nada-, respondió Gerard, sonriendo de la misma manera que al principio.
Volví a la revista cerca de las 3 de la tarde, y rápidamente comencé a redactar lo que debería ir en la publicación oficial... quizás y si era buena, podría ser la portada de la revista... me encerré en mi cubículo, ignorando cualquier comentario que pudiera interferir en mi correcto desempeño y empecé... al final del día ya estaba listo... corrí hacia la oficina de Christine, la editora y se la enseñé. Ella le pegó una leída corta, solo le pasó los ojos por encima y luego la dejó de lado.
-¿No lo va a leer?-, le pregunté, decepcionada por su falta de interés en mi trabajo.
-Ya lo hice-, me respondió fría y cortante, mirándome por encima de sus lentes.
-No creo que lo haya leído, porque no pasaron ni veinte segundos antes de que la dejara de lado-, alegué, dispuesta a hacer hasta lo imposible porque mi entrevista fuera incluida en el número de la revista.
-Ya lo leí-, sentenció, bastante molesta por la prepotencia con la que yo le estaba hablando. –Mira, nunca leo un artículo completo, aquí, si las primeras cinco líneas me atrapan, entonces pasa y los demás chicos hacen el trabajo-, añadió, poniendo mi trabajo en una carpeta azul.
-¿Entonces yo...?
-Lo más probable es que vaya. Alissa no se equivocó al proponerte-. Hizo una mueca de indiferencia, pero para mi, saber que mi primera entrevista iba a entrar en la publicación oficial de la revista me puso muy contenta.
En la edición de Junio, los chicos de My Chemical Romance salieron en la portada y esa fue mi entrada triunfal en el mundo de la prensa escrita... al día siguiente de que saliera a la venta el número de aquel mes, recibí una llamada de la cadena de televisión Mtv, pidiéndome que hiciera algunas notas para el canal... ahora ya tenía dos trabajos.
-Flores-, dijo el joven que estaba encargado de la custodia de la oficina, sacándome de mi análisis con relación a las cosas que me estaba sucediendo.
-¿Cómo?-, le pregunté, confusa.
-Te enviaron flores-, me contestó, poniendo sobre mi mesa un ramo de rosas rojas.–Viene con una nota, así que no me preguntes quién las envió-, añadió después mientras se alejaba.
Iba a sacar la nota de entre las flores, pero una mano extraña se me adelantó y la sacó antes que yo.
-Nos encantó como quedó la entrevista. Gracias por hacernos quedar tan bien -leyó Alissa en voz alta. –Ya te ganaste unos amigos rockeros, mi vida- agregó, sonriéndome con entusiasmo.
Reí un poco, feliz por el detalle que habían tenido, recordé el rostro de Gerard y en mi mente imaginé el instante en el que él escribió la nota... en verdad, no tenía idea quién había escrito, pero algo me decía que había sido él...
La próxima vez que vi a los chicos fue en Agosto del mismo año, ya que me habían pedido que cubriera la alfombra roja de los premios Mtv video music Awards, como miembro del canal...
-¿Qué estás haciendo aquí?-, preguntó Frank, simpático igual que la primera vez que lo había visto.
-Trabajo aquí ahora-, le respondí, mirando al productor que me indicaba en cuanto salíamos al aire.
-¿En serio?-, preguntó Gerard interesado. Asentí, pero luego me puse un poco más seria y apenas el productor me dio la señal comencé a hacer mi trabajo.
Luego del show vinieron las fiestas y como yo ya no alcanzaba a tomar un vuelo para Nueva York, me quedé y me volví a encontrar con ellos.
-¿Hace cuanto que trabajas aquí?-, me preguntó Gerard, cuando estábamos en la barra.
-Desde hace un mes y un poco más, fue después de que saliera la entrevista que les hice-, respondí, tomando un sorbo de mi coca-cola.
-¿De verdad?
-Si-, contesté, sonriendo. –Muchísimas gracias por las rosas, me encantaron-, añadí luego, haciendo recuerdo del detalle que habían tenido luego de que se publicara su entrevista.
-No fue nada, en verdad hiciste un trabajo increíble. Casi me creo que soy un buen tipo-, bromeó él, recibiendo una cerveza de manos del barman.
-No adorné nada, solo escribí lo que vi y vi que eres un buen tipo-, dije, viéndolo directamente a los ojos... en verdad que Gerard era hermoso, cada centímetro de su angelical rostro me deslumbró en ese instante, no lo había mirado tan bien nunca... –Me gusta Demolition Lovers-, le dije, desviando mis ojos hacia la pista de baile.
-¿Conoces nuestra música?-, me preguntó, interesado en hablar un poco más.
-Por supuesto-, contesté, sin poder contener mi nerviosa sonrisa. –Los vi un par de veces allá en Jersey.
-¿Quién lo diría?
-Nadie-. Ambos reímos un poco.
-Yo también vivo en Nueva York-, comentó, dejando su cerveza en la barra. –Quizás un día podríamos salir-, musitó a mi oído. Eso era claramente un coqueteo. Sonreí con dulzura, agradeciendo su ofrecimiento.
-Trabajo mucho-, le contesté de manera inconsciente.
-Ya veo-, dijo él, con decepción en la voz. Yo me quería morir, le había cortado las alas a pesar de que yo deseaba salir con él... era alguien interesante...
-Pero puedo darme un tiempo-, repuse, llevando mis manos a mis rodillas.
-Eso sería increíble-, habló Gerard, con la voz temblorosa.
Cerca de las 5 de la madrugada volví al hotel, luego de pasar toda la noche hablando con Gerard, ni siquiera bailamos ni bebimos, solo conversamos y reímos... de hecho volvimos juntos al hotel. Me desperté temprano, me duché y me cambié de ropa, y luego salí rápido al aeropuerto a tomar el primer vuelo que encontrara a Nueva York.
-¡Perdón!-, exclamé luego de chocar accidentalmente con alguien. Yo iba entretenida mirando unas fotos que me habían sacado en la fiesta y no me percaté que ya estaba en la cola para abordar el avión.
-Si aceptas una cena conmigo te perdono-, respondió un joven alto y delgado de cabello oscuro.
-¿Qué haces aquí?-, le pregunté, sorprendida de la casualidad de encontrármelo también en el avión.
-Vuelvo a casa y tu?-, bromeó, ayudándome a recoger el bolso que llevaba colgado en el hombro derecho y que se había caído luego de que chocáramos.
-Es mucha la coincidencia-, comenté, ligeramente emocionada.
-Para mi siempre es lindo volver a verte-, respondió Gerard. Yo le sonreí con gracia, aunque me di cuenta que mi rostro se ruborizó...
Durante el vuelo él no dejó de mirarme, estábamos en la misma corrida, pero nos separaban algunos asientos... yo trataba de pensar en otra cosa, de no perderme en su insistente mirada... al cabo de unas horas, él se puso de pie y fue directo hacia el hombre que estaba a mi lado... aquel hombre se corrió de asiento, dejándole el lugar a Gerard.
-¿Qué le dijiste?-, le pregunté, sonriendo coquetamente.
-Cosas-, musitó, acomodándose a mi lado. Tomé una revista y la abrí en una página al azar, intentando encontrar alguna distracción que no fuera él. Sus ojos seguían clavados en mi, a pesar de que yo lo estaba “ignorando”. –Podemos salir el viernes-, dijo, quitándome la revista de las manos.
-Está bien-, le respondí, sin poder quitar la sonrisa de mi cara.
-¿Qué haces los fines de semana?.
-Leo, escribo, miro televisión... no sé... cosas así.
-¿No sales?
-No
-¿Te parece si me regalas tu fin de semana y te llevo a alguna parte?
Lo miré fijamente, de manera acusatoria, así como pidiéndole explicaciones por su propuesta, pero él no se dio por aludido y continuaba sonriendo con coquetería.
-Está bien-, respondí finalmente. Era un poco extraño que le haya dicho que si... pero no perdía nada con intentarlo... además yo no era la que lo había buscado.
Al bajarme del avión me distraje por unos momentos, buscando mi documentación y así perdí de vista al vocalista de My Chemical Romance... y pasó el lunes y el martes y luego el miércoles, y yo continuaba sin saber nada de él... para el viernes en la mañana ya había perdido todas las esperanzas de pasar el fin de semana junto a él, pero no me preocupaba mucho, de seguro encontraría algo que hacer para distraerme... me concentré en un nuevo artículo musical para la revista en el que estaba trabajando y pronto olvide el asunto del paseo.
-¡Flores!-, gritó el chico de la custodia, dejando sobre mi mesa un hermoso y bien adornado ramo de rosas rojas.
-Gracias, Danny-, le dije, tomando la nota apresuradamente, antes de que nadie pudiera arrebatármela. Él aún estaba de pie frente a mí, viéndome con curiosidad mientras yo leía. -¿Necesitas algo más?-, pregunté, escondiendo la tarjeta entre mis manos.
-No. Ya me iba-. Danny se alejó y recién entonces yo comencé a leer la nota que había venido junto con las flores.
"No me diste tu dirección, así que pasaré por ti hoy a las 18:30... espérame ahí... Gee"
Reí suavemente, sentía un poco de nervios al pensar que pasaría todo el fin de semana con un tipo al que apenas estaba conociendo, pero que va, no perdería nada con intentar algo.
-¡Tengo boletos para...
-¡No!-, exclamé, interrumpiéndola, mientras les quitaba los boletos a Alissa.
-Si-, repuso ella, con voz victoriosa. Puse cara de apenada rápidamente al ver el día y la hora del partido... el sábado a las 20:00 hrs., decía el ticket con letras negritas. -¿Qué pasa?-, preguntó mi amiga.
-Tengo planes para el fin de semana-, le contesté, devolviéndoles las entradas.
-¿Cómo es eso?-. Le mostré la nota que Gerard me había enviado con las rosas. Ella leyó y luego sonrió con malicia. –Olvida el partido, cariño. Esto, es mucho mejor-, añadió después de leer, poniendo sobre mi mesa el mensaje del vocalista de MCR.
-No sé... creo que mejor cancelaré esto y voy contigo.
-¿Estás loca?. No. Ve y disfruta tu fin de semana con tu sexy amiguito rockero-, respondió ella, mucho más emocionada que yo, mientras se alejaba de mi cubículo con una sonrisa llena de picardía.
Cerca de las cinco de la tarde un revuelo poco común entre mis compañeros de trabajo me desconcentró. Asomé mi cabeza por sobre la pared que me separaba de todos los demás para ver que pasaba, pero solo vi a algunas de las chicas, que hacían mi antiguo trabajo, riendo entre sí, coquetas, otros en tanto, me miraban con desaprobación...
-¿Vamos?-, susurró muy cerca de mi oído una voz masculina, a la cual reconocí inmediatamente, pero para asegurarme me volteé y descubrí a Gerard.
-¿No era a las seis y media?-, pregunté, corriéndome hacia un lado.
-Si, pero tenemos que pasar a buscar tu maleta y luego tenemos que ir al aeropuerto, así que es mejor que salgamos pronto-, me contestó, estirando su mano para poder alcanzar la mía.
-Pero no puedo irme así...
-Ya hablé con tus jefes, no te preocupes-, dijo, tomándome la cara con ambas manos. Mis ojos se clavaron en su boca... en esos rojos labios que me provocaron deseos de besarlo, pero me aparté de él antes de hacerlo.
Salimos del edificio en el que estaba la revista y me subí a su auto, dándole mi dirección inmediatamente... no conversamos mucho, parece que él no era de esos que les gusta hablar cuando está conduciendo... y yo tampoco tenía que decirle, jamás habíamos estado juntos más íntimamente, porque la única conversación que habíamos sostenido había sido la de la fiesta, hacía cinco días atrás... era todo un poco rápido a mi gusto, sin embargo no fui capaz de rechazarle su invitación... ahora solo quedaba hacerme responsable.
-¿Aquí?-, preguntó él, señalándome un edificio.
-Si-, contesté. Gerard se estacionó al frente del edificio y me bajé con rapidez, ya que ni siquiera había hecho la maleta, así que tendría que apurarme. Él se subió junto conmigo al ascensor, y nos bajamos en el piso 7. Abrí la puerta de mi departamento y al instante la fría y lúgubre morada, que poco me había esmerado en adornar, apareció ante los ojos de mi cita.
-Es fascinante-, murmuró él, deleitado por un siniestro cuadro que tenía colgado en la pared que separaba la sala de la cocina.
-Ponte cómodo. Yo estaré arriba, bajo enseguida- le dije, mientras subía la escalera de a dos peldaños.
Al llegar a mi habitación saqué mi maleta desde el ropero y la tiré sobre mi cama... comencé a meter dentro todo lo que tuve a mi alcance, porque de hecho ni siquiera sabía hacia donde íbamos, y me pareció mala idea preguntarle... quizás él quería que fuera una sorpresa... también puse mis zapatillas, esas si que no las dejaría por nada. Bajé al baño, me duché en 15 minutos, me puse un jeans común, una polera a rayas y mis converse rojas... estaba vestida como para ir al centro comercial con mis amigas, pero lo importante era que me sienta cómoda... o al menos eso decían las actrices del momento, cada vez que le preguntaban como hacían para verse tan espectaculares siempre.
-Ahora si-, hablé, sacándolo de la minuciosa contemplación de mi colección de dagas. Él me sonrió agraciadamente y me tendió su mano derecha. Yo le acepté el gesto y entonces él me jaló hacia su cuerpo, dejando su boca unos dos centímetros más arriba de la mía.
-Que informal-, musitó, cerca de mi oído... parece que había descubierto mi punto débil... seguramente notó la reacción que tuve cuando me habló de esa manera en la tarde, en la oficina de la revista.
-Estoy cómoda así-, le respondí, alejándome de su cuerpo para tomar mi maleta. Gerard corrió a socorrerme y bajó mi maleta hasta su auto.
Él condujo hasta el aeropuerto en poco tiempo y cuando estuvimos allá, lo vi buscando con la mirada a alguien... me desilusioné un poco... pensé que íbamos a pasar el fin de semana solos... o bueno... tenía la esperanza de que así fuera, pero por lo visto no iba a pasar.
-¿A quién esperamos?-, pregunté, para, por lo menos, saber con quién tendría que compartir durante los próximos dos días.
-A Mikey-, contestó él, concentrado en su búsqueda.
Unos 10 minutos después vi aparecer por entre la multitud al hermano de Gerard, Mikey, que venía muy abrigado en un abrigo negro con los botones hacia un lado y con su gorro verde. Él me saludó muy cordial y luego se dirigió a Gee, como el lo llamaba.
-Disculpa que haya llegado tan tarde, pero es que el taxi se demoro-, se excusó el chico de lentes.
-No te preocupes, el avión sale en media hora, así que no hay problema-, le respondió Gerard, pasándole las llaves de su auto. –Lo llevas a casa y yo te aviso a que hora pasas por nosotros el domingo-, agregó después, sonriéndome con ternura. Yo estaba con una amplia sonrisa dibujada en la cara, después de todo, si iba a pasar sábado y domingo solamente con él. Me despedí de Mikey y abordamos el avión. El viaje fue bastante corto, apenas habíamos atravesado tres estados hacia el sudoeste, pero ese era el plan de Gerard, demorarnos poco para poder disfrutar al máximo esos dos días que estaríamos juntos.
Tomamos un taxi y él le dio una dirección al conductor, en verdad, no tenía ni la menor idea de a donde me estaba llevando, yo jamás había estado en Delaware. Pasado unos minutos llegamos a un lugar muy rústico, pero al menos el cartel de bienvenida decía "Hotel", así que eso fue un alivio. Nos registramos y fuimos hacia la pieza... Era una pequeña habitación de madera con una gran ventana que dejaba ver la hermosura y majestuosidad del cielo nocturno.
-Es bellísimo-, comenté, totalmente asombrada por la vista panorámica que teníamos del despejado paisaje estrellado. Yo estaba de pie, justo en frente del ventanal.
-¿No habías estado por estos lados?-, preguntó él, posando su mano izquierda sobre mi hombro.-Gerard, creo que esto es mucho... es demasiado pronto-, le dije, apartándome hacia el lado de la cama.
-¿No te gusta?-, interrogó, con cara de asustado.
-No-, sonreí. –No es eso. En verdad es muy lindo el lugar y te agradezco que me hayas traído, pero no sé... apenas hemos hablado un par de veces y compartir todo un fin de semana solamente contigo me asusta un poco-, contesté después. Caminé hasta el sillón que había a los pies de la cama y me senté. Lo miré, concentrándome en la belleza de su rostro.
-¿Te puedo contar un secreto?-, dijo luego, rompiendo el silencio en el que ambos nos habíamos sumido. Asentí con la cabeza y el se sentó a mi lado... me tomó ambas manos y las unió a las suyas, entrelazando nuestros dedos. –Llevo soñando contigo desde Mayo, cuando nos entrevistaste en el bus-, añadió. Él comenzó a reírse nerviosamente, mientras esperaba alguna respuesta de mi parte... yo también me había puesto nerviosa, incluso me di cuenta de que me había ruborizado... tapé mis mejillas con mis manos y lo miré a los ojos... él tenía una mirada dulce, sincera... pero yo no lo quería... podría intentarlo, pero era complicado.
-Me halagas, pero no soy lo que parezco-, respondí, bajando la mirada.
-Quiero conocerte y descubrir que cosas te gustan y que odias-, siguió Gerard, tomándome la barbilla con su mano, de manera que nuestros ojos se juntaran. Yo estaba temerosa, no quería enamorarme, a pesar de que él parecía ser un buen chico... aunque quizás ya era hora de abrirle mi corazón a alguien, de hacerme vulnerable.
-Mis padres murieron hace dos años, no tengo hermanos, soy alérgica a las almendras y fui popular en la secundaria-, dije, como muestra de que si me interesaba darle una oportunidad. Gerard me sonrió y luego se puso de pie.
-Ven-. Me ofreció su mano. Yo la tomé y él me sacó de la habitación... bajamos corriendo las escaleras y así seguimos hasta que ya estuvimos bien lejos del hotel. La naturaleza extendía sus encantos para nosotros... la laguna, en un claro en medio de un bosque al que se llegaba por un camino de álamos, me atrapó inmediatamente... me senté en la orilla y comencé a analizar mi vida en general... incluso llegué a olvidar que Gerard me estaba viendo desde el árbol más cercano. –Es ideal para olvidarte de la rutina-, comentó, sentándose a mi lado.
-Gracias por invitarme-, contesté.
-Eres agradable-, dijo después, entre medio se algunas débiles risas. Mantuvimos el contacto visual por algún tiempo y luego, dejándome llevar por la romántica situación, lo besé. –Y besas bien-, añadió mientras se ponía de pie... Hice lo mismo y decidimos volver al hotel, porque ya era muy tarde.
Él se encerró en el baño y yo aproveché de ponerme mi pijama... en seguida me metí dentro de la cama y prendí la lámpara que estaba sobre el velador. Gerard regresó, vestido para dormir... abrió el guardarropa y sacó unas frazadas, inmediatamente las tendió en el sillón que había a los pies de la cama y se instaló allí.
-No puedes dormir ahí-, le dije, sentándome y con los ojos fijos sobre él.
-No te preocupes. No me molesta dormir aquí-, respondió Gerard, mirándome de vuelta.
-La cama es bien grande... podemos dormir cómodamente los dos en ella.
-¿No tienes problema con eso?
-No seas tonto. Ven aquí.
Él se levantó y luego se acostó a mi lado. Buscó mi boca y nos besamos nuevamente por algún tiempo. Llevó su mano a mi cuello y comenzó a acariciarme con delicadeza... yo lo abracé y empecé a pasear ambas manos por su espalda, reconociendo este nuevo camino que se me estaba presentando. Así pasamos mucho rato... lo vi disfrutar de mi y ciertamente, yo también disfrutaba de él, de sus besos, de sus manos... fue un lindo momento tenerlo así, tan cerca de mi cuerpo.
-¿Te gusta que te hablen al oído?-, me preguntó, pasando uno de sus dedos por sobre mis labios.
-No es justo-, alegué yo, moviendo mi cabeza en signo de negación. –Tu sabes cual es mi punto débil y yo no sé el tuyo.
-Me gusta que me besen en el cuello-, contestó Gerard.
-¿Así?-, susurré, una vez que había terminado de besarle el cuello a Gerard. Él asintió con la cabeza y empezó a besarme de nuevo.
Desperté con la cabeza sobre el abdomen de Gee, él estaba acariciándome el cabello mientras me miraba. Apenas me desperté completamente, subí hasta su rostro y uní mis labios a los de él.
-Buenos días-, me dijo. Tenían una amplia sonrisa en la cara, la misma que tenía ese día en que lo vi por primera vez.
-Buenos días-, contesté. Miré hacia fuera y había un día espectacular. El sol brillaba con fuerza, alejándose de las nubes que pudieran bloquearlo. Me levanté con entusiasmo y fui al baño para asearme. Salí con la toalla cubriéndome el cuerpo y fui hasta el ropero para buscar que ponerme ese día... Gerard me miraba desde la cama. –Ve a bañarte-, mandé, para que yo pudiera cambiarme. Él rió un poco y luego fue hasta el baño, permitiendo que yo pudiera ponerme mi jeans negro, mis zapatillas rojas y un sweater rojo, también, ya que a pesar del sol, el día estaba muy helado. Él salió del baño, cubriéndose con la toalla alrededor de la cintura... yo me di vuelta e hice como que estaba ordenando algo en mi maleta... pasaron cerca de cinco minutos hasta que decidí darme vuelta. Gee estaba parado frente a mi, vestido de pies a cabeza y me miraba con cierta ironía.
-Vamos a desayunar-. Él me sonrió y me agarró la mano. Bajamos hasta el primer piso y luego caminamos por un pasillo oscuro hasta salir a una hermosa y cálida terraza... ya había mucha gente, pero Gee tenía una mesa reservada, así que fuimos hasta nuestra ubicación.
-¿Qué quieres comer?-, preguntó él.
-¿Café y pan?-, respondí. Ambos comenzamos a reír.
Luego del desayuno fuimos hasta la laguna que habíamos conocido durante la noche anterior y allí estuvimos un buen rato, disfrutando de la belleza del lugar y de la compañía del otro... Gerard no me perdía de vista, sus lindos ojitos no se separaban de los míos por más de un minuto. Sus manos me tenían tomada desde la cintura y yo estaba de rodillas frente a él, solo mirándolo y apreciando la perfección de cada línea que formaba su rostro.
-¿Te puedo besar?-. Me puse a reír y bajé la mirada... aún entre carcajadas, asentí... apenas me puse un poco más seria, él me dio un tierno beso muy superficial. Lo abracé y después me puse de pie para volver al hotel... él no me siguió y yo pensé que quizás quería estar un rato solo, así que no me devolví a preguntarle nada y caminé hasta la rústica construcción. Paseé por sus alrededores, evitando la laguna. Volví a la habitación durante la tarde, a las 8... ya estaba un poco oscuro, así que prendí la luz. Descubrí una mesa muy bien arreglada justo a los pies de la cama y Gerard cerró la puerta, haciéndome entrar... luego, él encendió unas velas, esparcidas por la habitación y apagó la luz eléctrica... Me senté en el lugar que él me había preparado y me hizo compañía, claro que no sin antes servirme la cena que había preparado.
-Gracias-, dije, justo después de terminar de comer. –Te debo un viaje y una cena-, añadí luego, mientras le ayudaba a Gerard a recoger los platos de la mesa.
Al terminar con eso, él se acercó a mi y puso sus manos sobre mi cintura, yo lo miré algunos segundos y al rato, lo besé, tomándole la cara con mis manos para no dejarlo escapar... algo en mi corazón estaba comenzando a nacer por Gee y la simple atracción ya se estaba convirtiendo en algo más que eso... Gerard paseó sus manos por mi espalda y cintura, haciendo movimientos circulares que rodeaban todos mis bordes, mientras me hablaba al oído y yo le daba suaves besos en el cuello, tal cuál él había mostrado su predilección. Nos corrimos hasta la cama y él se dejó caer sobre ella... yo me tendí con suavidad a su lado, llevando mi mano hasta su abdomen, acariciándolo por debajo de su polera... Gee no paraba de decirme cosas en voz baja muy cerca de mi oído y yo estaba muy excitada, pero no me atrevía a empezar nada en ese sentido, porque no sabía cual podría ser su reacción y yo no deseaba echar a perder ese momento. Él me sonrió y yo posé mis labios sobre su mejilla... luego bajé a su cuello y me mantuve allí por un buen rato, viendo como la expresión de su rostro poco a poco iba cambiando hasta convertirse en esa cara de placer que yo estaba buscando, pero Gerard reaccionó antes... se sentó en la cama y comenzó a quitarse la polera, luego me sacó el sweater. Yo no perdí el tiempo y terminé de desvestirme muy pronto, en tanto él me veía... bajé mis dedos hasta la hebilla de su cinturón para desabrocharlo, pero me detuve, temerosa de estar yendo muy rápido. Él nuevamente me sonrió, alentándome, pero no pude continuar, entonces Gee se terminó de quitar el pantalón, mientras yo disfrutaba de su espectáculo.
Mi cuerpo estaba cubierto solamente con la sábana blanca de la cama. Estiré mi brazo para alcanzar a Gerard, pero no lo sentí, así que de inmediato abrí los ojos y me senté sobre la cama, buscándolo con la mirada, pero tampoco estaba. Me levanté, recogí mi ropa y luego fui hacia el baño. Estaba en frente de la puerta, cuando Gee salió, con la toalla en la cintura.
-Buenos días-, me dijo, antes de besarme y cobijarme bajo sus pálidos brazos. Yo solo me dejé querer. Algo me decía que esto era verdadero y que no iba a sufrir como la vez anterior, aunque seguía con ese miedo a enamorarme de nuevo... pero ya estaba bien, tenía que alejar de mi esos malos recuerdos y permitirle a mi corazón amar en libertad.
-Me hubieras despertado y nos bañábamos juntos-, comenté cuando iba entrando al baño.
-Puedo volver a bañarme-. Él y yo nos encerramos. Caminé hasta la tina y abrí la llave. Dejé correr el agua mientras me ocupaba de Gerard, besándolo, tocándolo. Pronto la bañera llegó al nivel que yo quería y apenas me separé de Gee, me ubiqué en su interior. Él, que aún tenía la toalla alrededor de su cintura, se la quitó e hizo lo mismo que yo, colocándose detrás de mi. Me abrazó mientras yo me enjabonaba las piernas y me dio besos en el cuello... A veces me susurraba algunas canciones en el oído. Yo, solo disfrutaba de tan placentera situación.
Bajamos a desayunar y luego salimos a pasear, y así pasamos hasta las cuatro de la tarde. Después volvimos al hotel y nos cambiamos de ropa, ya que teníamos que volver a Nueva York. Arreglé mi maleta y él la suya, sin romper el silencio al que ambos nos habíamos dispuesto...
A las seis, tomamos un taxi y en pocos minutos ya estábamos en el aeropuerto.
-Gracias por el fin de semana-, le dije, una vez que ya estábamos ubicados en nuestros respectivos asientos de avión.
-Gracias por darme la oportunidad de divertirte-, me respondió en tanto tomaba mi mano y la llevaba hasta su rostro... seguidamente la besó.
-¿Qué significó todo esto?-, pregunté después. Yo quería saber que pasaría con nosotros después de estos dos días... No tenía grandes pretensiones, pero no me iba a gustar oír que hasta aquí llegaba todo. Al pensar en eso, por primera vez me sentí arrepentida de haberme acostado con él.
-Para mi, fue el mejor fin de semana que he tenido durante mucho tiempo-. Gee me miraba con esa calidez que me había permitido ver desde el principio. –¿Quieres ser mi novia?.
Los ridículos pensamientos que habían acechado mi mente desaparecieron casi tan rápido como se hicieron lugar entre mi actividad mental. Sonreí ampliamente, evitando disimular la felicidad que me había provocado escuchar eso. Le tomé la mano y lo miré fijamente...
-Si-, le contesté. Llevé mi rostro hasta la altura del suyo y lo besé, sin darle importancia a la gente que estaba a nuestro lado. ¿Qué importaba la gente?. Yo era feliz, él me correspondía desde el principio, pero yo no me había querido convencer de eso hasta hoy...
xFinx